Albrecht Dürer (21 de mayo de 1471-6 de abril de 1528) es el artista más famoso del Renacimiento alemán, conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte, obras que ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos.
Dürer nació el 21 de mayo de 1471 en Nuremberg ciudad en la que estuvo íntimamente unido a lo largo de su vida. Como era habitual en la época, después de unos años de educación escolar, Albrecht entró a formar parte del taller de su padre como aprendiz en el arte de joyería, seguramente es aquí donde usó por primera vez el buril.
De esta primera etapa formativa, el joven Dürer heredó los conocimientos del arte alemán del siglo XV, legado en el que estaba muy presente la pintura flamenca del gótico tardío. Durante el siglo XVI el fortalecimiento de lazos con Italia a través del comercio y la difusión de las ideas de los humanistas italianos por el norte de Europa, infundieron nuevas ideas artísticas al mundo cultural alemán, de tradición más conservadora.
Después de haberse formado con su padre, Dürer entró como aprendiz del pintor y grabador Michael Wolgemut. Entre 1488 y 1493, el taller de Wolgemut se dedicó a la respetable labor de ilustrar la Crónica de Nuremberg (1493), de Hartmann Schedel, realizar numerosas xilografías, por lo que es probable que Dürer recibiera una instrucción exhaustiva de cómo hacer los dibujos para las planchas de madera. Como era costumbre entre los jóvenes que habían acabado su periodo de aprendizaje, Dürer emprendió un viaje de estudios el año 1490. En 1492 llegó a Colmar, donde intentó entrar en el taller del pintor y grabador alemán Martin Schongauer.
Durante esta primera etapa de su vida, que comprende todo el periodo de aprendizaje hasta su regreso a Nuremberg en 1494, su arte refleja una enorme facilidad en el trazo del dibujo y una minuciosa observación del detalle. Estas cualidades son especialmente evidentes en una serie de autorretratos.
En 1494, Dürer viajó a Italia. Allí realizó acuarelas de paisajes con una gran minuciosidad en el detalle. Probablemente, las pintó durante su viaje de regreso.
También, como Leonardo da Vinci, le atraía mucho la naturaleza, y realizó unos magníficos estudios de animales y plantas que plasmó en dibujos y acuarelas, entre las más divulgadas cabe citar La liebre, cuadro pintado en 1502.
Durante los diez años siguientes, desde 1495 al 1505, estuvo en Nuremberg y produjo un gran número de obras que contribuyeron a consolidar su fama.
Dürer volvió a viajar a Italia entre 1505 y 1507. En Venecia conoció al gran maestro Giovanni Bellini y también otros artistas, y la Fundación de Comerciantes Alemanes le encargó una obra importante: el retablo de La fiesta del Rosario (1506, Museo Nacional de Praga. El 1507 volvió a Nuremberg donde comenzó un segundo periodo de una ingente producción artística. Mediante el grabado de línea Dürer consiguió crear diferentes gamas de sombras y de texturas con las que logró plasmar formas tridimensionales con una gran maestría, como se aprecia en la obra llamada Rinoceronte de Dürer que se convirtió en un icono cultural.
En 1515 realizó para Maximiliano I una xilografía monumental, llamada Arco de triunfo, el encargo más grande que recibió, y una carroza para el cortejo triunfal, también acuarelas, principalmente de animales, y una gran cantidad de retratos para un libro de horas. El emperador quedó muy satisfecho con las obras y le concedió una pensión vitalicia.
La calidad de la obra de Dürer, la cantidad prodigiosa de su producción artística y la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos se convirtieron de una importancia enorme para la historia del arte.
En un contexto más amplio, su interés por la geometría y las proporciones matemáticas, su profundo sentido de la historia, sus observaciones de la naturaleza y la conciencia que tenía de su propio potencial creativo son una demostración del espíritu de constante curiosidad intelectual del renacimiento.
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