Arte / cultura general

Arte / cultura general

Parece bastante evidente que en esta sociedad que se auto-considera postmoderna la cultura general tiene más bien poco prestigio. Vivimos cada vez más en un mundo de especialistas que a menudo, y desgraciadamente, no saben nada fuera de su especialidad, pero es difícil conocer bien la rama si no se ha visto nunca todo el árbol…

Para entendernos, empiezo por decir que hago mías dos acepciones del término ‘cultura general’. Por un lado, la cultura general es el conjunto de conocimientos literarios, históricos, científicos o de cualquier otro tipo que alguien posee como fruto del estudio y de lecturas, de viajes, de experiencia, etc., y que constituye un común denominador que permite compartir una forma de vivir civilizada en una sociedad que comparte conocimientos y valores. Y es, por otro lado, pero no en oposición sino como refuerzo, el conjunto de tradiciones (también literarias, artísticas, histórico-sociales y científicas) y de formas de vida (materiales y espirituales) de un pueblo. La cultura general es, pues, el fruto de la socialización colectiva de una determinada sociedad a través del tiempo, adquirida por la capacidad de compartir conocimientos, vivencias y emociones.

Estamos, pero, en la era de la especialización (y, en algunos casos, de la súper-especialización) y lo que se ha convenido en denominar como ‘cultura general’, lo vuelvo a repetir, no tiene demasiado prestigio. También es cierto que hoy en día los conocimientos han aumentado tanto, y hay tanto acceso a tanta información, que se nos hace difícil mantener bien enfocado el árbol, el conjunto. Pero es de temer que la pérdida progresiva y, según como, acelerada, de la cultura general nos aboque a una depauperación lingüística y mental. Porque la cultura general no es un conocimiento superficial de generalidades, sino tener hábitos intelectuales, apreciativos y expresivos adquiridos a partir de referentes culturales sólidos -humanistas, artísticos y científicos-, que deben permitir a cada cual orientarse en el amplio campo del universo cultural.

La cultura general ha permitido tener unos estándares compartidos de conocimiento, disfrute e interpelación por parte de las obras de arte. Es aquello que nos permite diferenciar períodos y estilos, grandes maestros, piezas de interés, a primera vista y que nos permite respetar los cánones y, si se da el caso, hacer el nuestro propio.

Desgraciadamente, a mi entender, nuestra sociedad se va abocando a la minimización y banalización de los estudios humanísticos (incluidos los artísticos). Se trata de un hecho constatable en nuestro sistema educativo, por otra parte tan manipulado y vulnerable. Es un paso más de una sociedad que se dice diversa pero que es, cada vez más, uniformizadora. Una sociedad gregaria que produce en todas partes el mismo tipo de televisión, de música ambiental, de moda y de manera de vestir, de peinarse, de tatuarse y de divertirse. Y esto es igual en cualquier parte del mundo, cuando menos del mundo que se auto-considera moderno y vanguardista, pero que sólo es rico y un poco hortera.

Pero este sistema de mínimos intelectuales, de banalización del esfuerzo, de uniformismo organizado, producirá una sociedad abocada a la producción sistemática de mediocridades. Y cuidado con las mediocridades, porque como ya dejó escrito La Rochefoucauld: «Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está lejos de su alcance«.

Para el futuro del arte precisamos el rechazo de la mediocridad, necesitamos un sistema compartido de conocimientos y valores basados en la belleza y en el descubrimiento, se precisa esfuerzo y diversidad creadora. El resto es un inaguantable ximpum-ximpum de performances, instalaciones, pedantismos y eufemismos mal digeridos.

Etiquetas: Arte, Cultura, Postmodernidad

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