
Los ministros de Cultura de Francia, Sra. Fleur Pellerin, y de Italia, Sr. Dario Franceschini, es reunieron hace unos días en París (que es siempre una magnífica ciudad para reunirse, sea dicho de paso) y, según parece se lo pasaron la mar de bien, acordando, según los medios de comunicación (ver ABC del 20 de abril), una “estrategia para defender en el actual debate europeo la ‘visión ambiciosa’ (sic) que tienen para la cultura y los derechos de autor frente a los retos del mundo digital”. Para hacerlo más solemne el tándem Pellerin / Franceschini adoptó una declaración conjunta sobre los derechos de autor y el mercado único digital y subrayaron “el papel fundamental de los derechos de autor en apoyo de la diversidad cultural, de la creación artística y de la libertad de expresión”. ¡Qué lástima que en Europa tengamos ministros tan desmemoriados o que faltan a la verdad! ¿Asegurar estos derechos hasta 70 años después de la muerte de un autor, en qué y cómo contribuye a la diversidad cultural, a la creación artística y a la libertad de expresión? ¿Restringir el acceso público y gratuito a una obra artística en qué y cómo puede favorecer la creación artística, la libertad de expresión y la diversidad cultural?
Si el personaje creador ya no está en este mundo ¿en función de qué puede afirmarse que se asegura la creación artística? Si el autor ya ha desaparecido sólo se benefician los familiares o amigos que, perdón por mi grado de incredulidad, no creo que tengan ningún otro interés que no sea el de cobrar unos beneficios monopolísticos, muy alejados de cualquier preocupación por la diversidad cultural (a menos competencia, más beneficios) o por la creación artística (sobre todo porque estos beneficiarios no crean nada) ni por la libertad de expresión (que sólo atañe al creador o autor). En fin, que la preservación de intereses espurios de familiares, amigos y conocidos no me parece que tenga nada que ver con la vitalidad europea ni con el impacto del mundo digital…
Si los ministros quisiesen ayudar a los creadores no permitirían los recortes, que un año sí y otro también, los gobiernos (de cualquier color) perpetran en el campo de la creación artística; darían más ayudas a jóvenes creadores; procurarían que hubiese más plataformas de intercambio; que se rebajase el IVA y la fiscalidad en general de los productos culturales en cualquier soporte; que hubiese más residencias para artistas y más espacios en los medios de comunicación públicos; y trabajarían por la equiparación de la fiscalidad, sea cual sea el soporte en que se expresa la creatividad,…Pero no, esto no, que cuesta dinero. Es mejor hacer como que se agitan un poco defendiendo a los herederos (normalmente de grandes figuras, porque los otros, pobrecitos…). Unos herederos que ni crean ni ofrecen ninguna diversidad pero que pueden vivir como pachás del esfuerzo y del talento de sus progenitores, como cualquier otro vulgar rentista.
Y como de todo esto ni se habla ni se hace nada, pues acaban tan anchos la declaración conjunta afirmando que “la cultura tiene un papel determinante en la afirmación de una verdadera identidad europea de valores que puede contribuir a la defensa de los principios de libertad, de respeto mutuo y de no discriminación, así como en la transmisión de estos mismos valores a las nuevas generaciones”. Y, supongo, que se fueron a comer o a cenar…Tal vez pidieron una sopa (de cebolla o bullabesa) y se la dieron con hondas, ¡pero ellos de esto saben tanto!
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