Dignidad, memoria y artistas

El pasado 29 de octubre un jurado independiente concedía el «Premio Nacional de Música» al maestro Jordi Savall. En un gesto inusual, el músico enviaba el día siguiente una carta al ministro Wert renunciando a esta concesión. ¿Qué alega el maestro Savall para renunciar a este premio? Pues, básicamente, una cuestión de dignidad y de memoria. Leamos al maestro detenidamente…

Savall empieza por afirmar que entiende la difusión de la música, y nosotros añadiríamos por extensión del arte, como fuerza y lenguaje de civilización y de convivencia. Y con certeza éstos deberían ser los motores de la creación artística y de la dedicación de los artistas.

Después realiza un discernimiento (que suscribimos completamente y sobre el que muchas veces hemos escrito en este blog) sobre la responsabilidad que tiene el gobierno español en relación al dramático desinterés y la grave incompetencia que tiene esta institución en lo que respecta a la defensa y promoción del arte y de sus creadores. Porque el Ministerio de Educación, Ciencia y Deportes es el responsable, según Savall, de mantener en el olvido una parte esencial de la cultura española, el patrimonio musical hispánico milenario, así como de menospreciar a la inmensa mayoría de músicos que con grandes sacrificios dedican sus vidas a mantenerlo vivo. Por nuestra parte, suscribiendo plenamente cada una de las palabras, sólo añadir que este menosprecio es una constante en el tiempo y abraza al conjunto de las artes y a la inmensa mayoría de los artistas, en cualquier disciplina.

Y Savall remacha al dirigirse a Wert y afirmar que «hace demasiado tiempo en que las instancias del Ministerio que usted dirige continúan sin dar el impulso necesario a las diferentes disciplinas de la vida cultural del Estado español que luchan actualmente por sobrevivir sin un amparo institucional ni una ley de mecenazgo que las ayudaría, sin duda alguna, a financiarse y a afianzarse«. Probablemente no se puede decir ni más alto ni más claro el sentimiento transversal que recorre el mundo de la creación y de la difusión artística.

Savall lanza a continuación una idea que deberíamos de retener: «Vivimos una grave crisis política, económica y cultural, a consecuencia de la cual una cuarta parte de los españoles está en situación de gran precariedad y más de la mitad de nuestros jóvenes no tiene ni tendrá posibilidad alguna de conseguir un trabajo que les asegure una vida mínimamente digna. La Cultura, el Arte, y especialmente, la Música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Estoy profundamente convencido que el arte es útil a la sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer la dimensión humana y espiritual del ser humano«. Es esto, es exactamente esto, ¡y no se puede escribir mejor!

Y en uno de los últimos parágrafos de su misiva, el maestro Savall nos da una lección de civilidad: «La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país«.

Y acaba afirmando: «creo, como decía Dostoyevski, que la Belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la Educación y a la Cultura«.

Jordi Savall nos da con este texto una lección de dignidad, de fuerza, de civilización y de memoria. La misma dignidad, fuerza, civilización, memoria y esperanza de futuro que él, junto con otras eminentes personalidades, ha pedido para que los catalanes podamos determinar libremente el futuro político de Cataluña. Porque sin dignidad no hay vida social, sin vida social no hay educación, sin educación no hay arte, sin memoria no hay justicia, y sin justicia no hay futuro. Que la estrella de la libertad nos ilumine.
 

Carme Sanglas "Gest", 2014

Carme Sanglas «Gest», 2014

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