Editores y comerciantes de estampas en la Europa moderna

En artículos anteriores hemos estudiado tres centros exportadores de imágenes en Europa (Amberes, Roma y Sevilla) y hemos analizado numerosos ejemplos de la circulación de pinturas y estampas. La presencia de temas similares en diferentes puntos del globo resultaba acorde con el interés de la Iglesia Católica reformada y militante de alcanzar con sus imágenes todos los rincones del mundo y así defender los dogmas, promover el culto a los santos, evangelizar, conmover y controlar a la feligresía.

Pero llegados a este punto me parece esencial el estudio de los editores y comerciantes de imágenes en tanto figuras clave respecto de la circulación y comercialización de imágenes. Filip Vermeylen, en el artículo “Exporting Art across the Globe. The Antwerp Market in the Sixteenth Century”, (en la colección Nederlands Kunsthistorisch Jaarboek, Art for the Market 1500-1700, vol. 50, 1999) indica que es poco lo que se conoce acerca de los mercaderes de arte de los siglos XVI y XVII, más allá del hecho de que fueron importantísimos intermediarios entre los artistas y los clientes interesados en adquirir obras de distinto tipo.

El crecimiento de esta actividad en la ciudad de Amberes a finales del siglo XVI puede ser inferido a partir de la petición del Gremio de San Lucas (la ‘Guilda’) de una ordenanza que estipulara que sólo los miembros de este gremio pudieran emprender la labor de comerciante de pinturas y de estampas.

El éxito en el comercio de imágenes dependía de numerosos factores. Un primer punto a considerar es la división del trabajo y la estandarización de temas, materiales y tamaños de las obras realizadas. El taller de la familia Francken en Amberes es un buen ejemplo de la división de tareas. Los miembros más jóvenes de la familia se ocupaban de detalles menores de las imágenes y realizaron numerosas copias de las pinturas del taller. El crecimiento en el número de integrantes de los obradores se dio también en Sevilla, donde se hizo necesaria una mayor cantidad de ayudantes para lograr una efectiva división del trabajo, lo que permitía la participación de diferentes manos en una misma obra.

Lucas van Leyden, «Cristo en el limbo», buril, 1521

 

Por otra parte, la cuestión de los temas elegidos para los envíos a España y a América resultaba fundamental para alcanzar la venta de la mayor cantidad de mercadería en el menor tiempo posible y con una buena rentabilidad. Los esposos Chrisostomo van Immerseel y Marie Fourmestraux, de Amberes, dedicados a la exportación de libros, tapices, estampas, muebles, textiles y pinturas a España y al Nuevo Mundo, resolvieron el asunto con el establecimiento de Marie en Sevilla, desde donde escribía a su esposo acerca del gusto imperante en la ciudad y de los detalles que recibía de aquellos que viajaban a las Américas.

En cuanto a las estrategias comerciales en el ambiente del grabado, es necesario considerar que todavía no se ha profundizado lo suficiente sobre la figura del editor de estampas, función que se ha visto siempre relegada tras las figuras del inventor y del grabador por los estudios académicos que abordan la historia y difusión de la estampa en Europa.

Los enfoques académicos han partido, en general, de una perspectiva que hace hincapié en los artistas generadores de los motivos así como en los grabadores que dominaban las diferentes técnicas de estampación. Esta actitud derivó a veces en un análisis estilístico y formal de la estampa que desatendió el estudio del origen editorial de los grabados y, de este modo, descuidó el nexo entre dos etapas fundamentales en el proceso de circulación de estampas: la creación y la comercialización.

El estudio de la documentación relativa a comerciantes y editores de imágenes en Europa permite deducir que estos individuos tomaron iniciativas de carácter comercial que les condujeron a realizar operaciones de selección y recorte en el conjunto de imágenes factibles de distribuir, con el objeto de maximizar las probabilidades de éxito económico. Se habría fomentado así un proceso de homogeneización y desacralización como consecuencia de estrategias mercantiles que habrían hecho primar el valor económico sobre el valor simbólico de la imagen.

Editores y comerciantes desempeñaron un papel fundamental en la circulación de imágenes, e intervinieron de manera activa en la configuración del conjunto de estampas que recorrieron el mundo. Temas, modelos, características formales, tamaños, técnicas, textos dentro de las imágenes, son algunos de los elementos sobre los que accionaron.

Los editores y comerciantes de imágenes fueron y son mediadores culturales. Los mediadores culturales fomentaron y fomentan los lazos de comunicación entre las diferentes partes del mundo. Es seguro que el objetivo de estos comerciantes de imágenes era eminentemente económico, pero con el fin de alcanzar ese objetivo consiguieron enviar estampas a los más variados rincones del mundo y aplicaron distintos métodos para que estas imágenes resultaran eficaces para diversos individuos del globo. Así, pues, ya sea en la pared de una casa en Amberes o en Lima, o en los muros de un templo en Buenos Aires o en Sevilla, o en las manos de un sacerdote en Roma, Lisboa o Tokio, estas imágenes contribuyeron a enlazar puntos lejanos del mapa.

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