
Escribía en un artículo anterior sobre el caso del cierre de la galería de Yvon Lambert en París y hacía algunas consideraciones sobre las causas, que son diversas y variadas como puede constatarse leyéndolo.
En este artículo querría centrarme sobre dónde estamos y hacia dónde vamos, aun sabiendo que no tengo la bola de cristal y que los tiempos y las condiciones son enormemente variables y que da la impresión de que el baile no hace más que empezar…
Un hecho cierto es que la mundialización, con su ineluctable efecto de masas, se hace a imagen y al servicio de la gran distribución poniendo en peligro el comercio de proximidad, el comercio tradicional,…Si se me permite, estos símiles en el mundo del arte podrían asimilarse, por un lado, a las casas de subastas, a las ferias o a los grandes galeristas poliédricos, poli-situados y mediáticos (como Gagosian, por ejemplo), mientras que, por otro lado, el comercio tradicional y de proximidad podrían ser las galerías con un modelo de gestión económica independiente. Si sabemos cómo va el partido grandes superficies-comercio tradicional podemos intuir por dónde van los tiros en el mundo de las galerías…
De hecho, para las galerías más importantes y potentes, la lógica de red que prevaleció hasta los años 1990, ha ido cediendo espacio, con el desarrollo de los nuevos medios y canales de comunicación, a la obligación de estar omnipresente y con un potencial económico adecuado, y éste es un ritmo difícil de seguir, pero que si no se sigue sitúa a la galería en otra división. Y aunque la mayoría de las galerías han jugado siempre en la misma división y están satisfechas de ello, debe reconocerse que su visibilidad y presencia mediática también ha ido disminuyendo porque la parte más importante del pastel se la han acabado llevando los grandes, y cada vez más.
La política fiscal (por llamarla de alguna manera) tampoco ha ayudado a la profesión de galerista y ha comportado que algunos compradores hayan decidido comprar fuera de nuestras fronteras, de manera que la pirámide artistas-galeristas-coleccionistas se ha metamorfoseado en un nuevo ‘fenómeno de masas’, y las masas van hacia dónde hay o se intuye que habrá éxito, repercusión y más gente…
Todo ello ha hecho temblar al orden existente. Si antes era suficiente con encontrar a un artista prometedor en otra galería o en situar a los propios en el extranjero, ahora es preciso ser capaz de abrir una o dos galerías suplementarias con los gastos que ello comporta y el compromiso que eso representa en términos de producción.
Y también han cambiado los términos de las relaciones entre las galerías y el resto de agentes del mundo artístico. Antes, una relación sólida con algunos conservadores y críticos podía asentar el lugar de un artista visual, mientras que ahora lo que se precisa es estar dispuesto a seguir la carrera de un artista joven en el mundo de las subastas y apostar a fondo por él mediante grandes inversiones…y eso no está al alcance de todos, y además es bien conocido que existen éxitos y fracasos…
¿Cuáles son las perspectivas? Más que nunca, hay que optar por una readaptación constante de la profesión de galerista, que además debe de alinearse con el conjunto de la actividad económica. Pero tal vez sería bueno que todos entendiésemos que el arte, probablemente, no es una mercancía como las otras. El tiempo de maduración de un artista es largo y necesita paciencia, y su permanencia en el mercado debería ser el resultado de una acción constante con su o sus galeristas. Porque es asimismo cierto que el mercado súper-mediatizado de las subastas sólo crea fenómenos de moda y algunos artistas esto lo padecerán a medio y largo plazo.
Considero, pues, que el trabajo del galerista debería continuar estando en el núcleo central de la carrera de un artista y en el núcleo central del paisaje cultural de un país.
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