Kuniyoshi, grabador del «mundo flotante»

Utagawa Kuniyoshi fue uno de los últimos grandes maestros japoneses de la estampa en madera (‘ukiyo-e’).

Hijo de un especialista de la tintorería de seda, nació en 1797 con el nombre de Yoshizo. En su juventud, probablemente trabajó con su padre, realizando los diseños de las piezas a tintar, y se orientó de forma natural hacia el mundo del arte.

Estudió primero con el maestro Kuninao, y algunas de sus obras atrajeron la atención de uno de los grandes maestros japoneses de la estampa, Toyokuni, quien le admitió en su taller en 1811, y de quien acabó siendo uno de sus principales alumnos. Estuvo aprendiendo con él hasta 1814, cuando adoptó el nombre de Kuniyoshi y se instaló como artista independiente.

Como otros artistas de la escuela Utagawa, empezó realizando estampas para los teatros, pero no tuvo ningún éxito. Vivió varios años con dificultades, debiendo llegar, para poder ganar algo de qué vivir, a reparar y revender tatami usados.

Reencontró entonces por casualidad a Kunisada Utagawa, quien había sido su condiscípulo y llevaba una vida próspera. Considerando que su talento artístico era superior al de Kunisada, se vino arriba y decidió esforzarse todavía más. De todos modos, más tarde ambos colaboraron en diversas series, porque no había ningún resentimiento entre ellos.

Realizó en esa época varios trípticos heroicos que tuvieron buena acogida y, en 1827, comenzó la serie que le aseguró su reconocimiento: los Suikoden, o Ciento ocho héroes chinos. El éxito continuó en otros campos. A principios de los años 1830, produjo excelentes paisajes y, en los años 1840, numerosos trípticos de bijin y de héroes.

Es también conocido por sus dibujos de gatos, que eran sus animales preferidos. Un dibujo de su alumno Kyosai nos muestra el taller de Kuniyoshi lleno de gatos. Él mismo hizo dibujos que muestran una sorprendente simpatía por los gatos, y al mínimo pretexto los representa en rincones de sus estampas.

En 1842, la reforma Tempo, destinada a valorizar la moral tradicional en el mundo del teatro y de las bellas artes, prohibió las imágenes representando cortesanas, geishas o actores. Y aunque Kuniyoshi fue arrestado, se libró pagando una multa.

En los años 1850, la calidad de sus obras comenzó a declinar. El gran terremoto de 1855, tras el que fue dado por muerto por su familia y los miembros de su taller, marcó el fin de su gran período. Sufrió de depresión, produjo muy poco a partir de entonces, y murió en Edo, en 1861.

Tuvo numerosos alumnos, el principal de los cuales, Yoshitoshi, fue el último gran grabador japonés.

De todos modos, Kuniyoshi llegó a producir alrededor de diez mil estampas, entre las que encontramos series como: Biografía ilustrada resumida del Fundador (c. 1831), Vistas famosas de la capital del este (c. 1834), Héroes Suidoken de nuestro país (c. 1836), Historias de mujeres sabias y virtuosas (c. 1841-42), Cincuenta y tres paralelos para el Tokaido (1843-45) (con Hiroshige y Toyokuni III), Veinticuatro parangones de la piedad filial (1843-46), Seis ríos de cristal (1847-48), Veinticuatro parangones chinos de la piedad filial (c. 1848), Sesenta y nueve estaciones a lo largo del Kisokaido (1852), Retratos de samurais de la lealtad verdadera (1852) y Veinticuatro generales de la provincia de Kaï (1853).

Utagawa Kuniyoshi, "El luchador de sumo", c. 1840

Utagawa Kuniyoshi, «El luchador de sumo», c. 1840

Para mirar los grabados, habitualmente, uno debe acercarse a ellos, para no perderse ningún detalle. Pero ante las estampas del maestro Kuniyoshi es mejor retroceder tres pasos, para poder apreciar mejor los efectos de escala, el dinamismo, los juegos de colores…

El «mundo flotante» de Kuniyoshi no tiene la delicadez de Katsushika Hokusai, nacido cuarenta años antes que él. Pero está animado por una energía loca, abarrotado de guerreros y de monstruos, de ranas gigantescas y de monjes que se transforman en inmensas migalas. Con Kuniyoshi, uno ve el mundo a lo grande.

Si es menos conocido que el ilustre «viejo loco del dibujo» Hokusai, incluso que su contemporáneo Utagawa Hiroshige, Kuiyoshi gozó, a finales del siglo XIX y principios del XX, de un gran éxito, especialmente entre los artistas japonizantes franceses, con Rodin y Monet al frente. En su tiempo, fue conocido y admirado por las ilustraciones fuertemente coloreadas que hizo de 108 héroes en Al borde del agua, una célebre novela china, que había sido ilustrada antes en blanco y negro por Hokusai. Es fácil imaginar el impacto que debieron representar esos cuerpo a cuerpo de luchadores con espadas sanguinolentas y esos barquitos llenos de esqueletos vengadores, en los que la velocidad se representa mediante grandes diagonales.

Kuniyoshi, un gran grabador del «mundo flotante».

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