Cada mes de mayo la Colección Gelonch Viladegut tiene una cita programada en Montolieu, un pueblo del Departamento del Aude en la Región Languedoc-Roussillon, en el Sudeste de Francia, un pueblo que se autocalifica como un pueblo del libro. Un pueblo que nos maravilla por su dinamismo, por el empuje de la gente del Musée des Arts et Métiers du Livre y por la amabilidad y acogida de los que visitan la exposición.
En el año 2012 iniciamos un ciclo de exposiciones bajo el título genérico de «La permanencia del grabado». Este ciclo se ha configurado de manera cronológica y ello ha permitido presentar una gran variedad de artistas y de técnicas alrededor del tema del grabado. De modo que en este ciclo de tres años hemos hecho tres exposiciones: «De Durero a Goya», «De Goya a Picasso» y «De Picasso hasta nuestros días». Unos 200 grabadores han estado representados y presentados y centenares de escolares han podido beneficiarse de las visitas pedagógicas y de los talleres que se han organizado como complemento de la exposición.
Resulta interesante saber que Montolieu es un pueblo de unos 700 habitantes que cuenta con una quincena de librerías de viejo y de ocasión y que es un centro de agitación cultural en este departamento rural y periférico del sur de Francia, que tiene como referencia a la ciudad de Carcasona. Y también resulta interesante saber que el citado Musée que acoge las exposiciones de la Colección está gestionado por una asociación, que pasa sus angustias y que tiene dificultades para que todo cuadre y, muy especialmente, la economía.
Demasiado a menudo todos, y este defecto también lo tiene este blog, hablamos de las grandes infraestructuras culturales y de los grandes artistas, porque están más presentes en los medios de comunicación y porque resulta más ‘in’ hablar sobre ellos. Existe este encabezonamiento en querer estar siempre a la última, una última que, por otra parte, a menudo interesa más bien a poca gente…Y, en cambio, prestamos poca atención al tejido asociativo o a los artistas menos conocidos que son quienes realmente nos dan el tono de nuestra vitalidad cultural y los que permiten que la extensión de la cultura sea una realidad.
Y la asociación «Montolieu, village du livre», que gestiona el citado Musée, es un ejemplo en este sentido. Con pocos medios económicos (tal vez demasiado escasos), con poco personal (con toda certeza, demasiado escaso) y sin campañas de publicidad, son capaces de atraer cada año a más de 4.000 personas que visitan las exposiciones programadas con fondos de la Colección. En nombre de la cultura y de la civilización, agradezcámoslo como se merece.
La Colección vive un buen momento en lo que se refiere a presencia expositiva. Este año, por ejemplo, habrá exposiciones en París y Barcelona y el año próximo en Miami, pero la Colección sigue fiel a Montolieu, a su Museo y a sus gentes y volverá a estar presente allí este año. Porque es importante lo que hacen y como lo hacen y porque existe un buen entendimiento. Ahora, deberemos a empezar a hablar conjuntamente sobre la continuidad de esta aventura conjunta a favor de la difusión del arte. Lo haremos tomándonos un ‘muscat’ a la sombra de los árboles en la plaza de la República de Montolieu. ¡Salud y por muchos años!
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