
En la edición del diario “El País” del 16 de mayo, podemos leer que el actor Antonio Banderas “ha anunciado que abandona el gran proyecto cultural que impulsaba en los antiguos cines Astoria y Victoria de Málaga, su ciudad natal. El actor, involucrado en la iniciativa que ganó el concurso de ideas no vinculante para darle uso al edificio, tira la toalla tras las críticas que ha recibido esta iniciativa por parte de dos partidos de la oposición en el Ayuntamiento (Málaga Ahora e Izquierda Unida) y de internautas, que en las últimas semanas han aludido directamente a que se estaría haciendo un traje a medida para que Banderas resultara vencedor y adjudicatario del futuro concurso, junto al arquitecto José Seguí y la empresa Starlite”.
El lunes 15, IU presentó una moción en el Ayuntamiento solicitando que se invalidara el concurso de ideas, con el apoyo de Málaga Ahora, pero los votos de ambas formaciones no fueron suficientes para sacar adelante la iniciativa. El PSOE se abstuvo. La elaboración del pliego de condiciones para el concurso definitivo sigue adelante por parte del área de Urbanismo, aunque la renuncia del actor abre algunas incógnitas. Para intentar llegar a un acuerdo, el arquitecto de la propuesta ha dicho que no tiene inconveniente en rebajar la dimensión del edificio, planteado con seis plantas y 9.000 metros cuadrados, para adaptarse a las normas urbanísticas de la zona centro de la ciudad.
El artista ha lamentado “los insultos, las descalificaciones y el trato humillante” recibidos por este asunto. “Espero que esta decisión limpie el concurso de la intoxicación en la que parece ser me he convertido”, dice el actor malagueño, con tono dolido, en una carta en la que intenta transmitir la ilusión que le hacía poner en marcha un gran proyecto cultural en su ciudad, a la que está muy unido. “El tema público da miedo. Ahí se mezclan unos intereses que no favorecen ni la gestión, ni la administración, ni la creación en libertad, y uno quiere eso, crear, trabajar y arriesgar a tope si se siente mínimamente apoyado”, expone en la misiva, adelantada por el diario Sur.
Y aquí radica el problema. Estamos convirtiendo el debate público en oleadas de insultos y descalificaciones y se mezclan en todo ello intereses y tramas, muy a menudo espureos, que van contra la calidad de la gestión, la creación en libertad y las ganas de trabajar y de arriesgar. Se genera mucho ruido para ahuyentar cualquier tipo de debate civilizado, se agrede verbalmente y vía redes sociales, y a los que tienen alguna iniciativa se les hacen pasar las ganas. Nos estamos embruteciendo y estamos tendiendo a la mediocridad y hacia el espacio de los densos silencios. Todo ello nos conducirá al empobrecimiento ciudadano y cultural.
El actor estaba embarcado en este plan con el estudio de Seguí y con Sandra García Sanjuán, fundadora del Starlite Festival de Marbella. “Creíamos tener un equipo ganador para presentarnos al concurso con garantías de ofrecer algo serio, trabajado, interesante para la ciudad y que se uniese al ambiente cultural que se da en Málaga y que, a poco que lo cuidemos, se puede convertir en algo realmente extraordinario”, reflexiona el actor.
Banderas resume su idea: teatro, debate, música, danza, flamenco y jazz, además de espacios de ocio y gastronomía, aderezado con las importantes relaciones cosechadas durante 40 años de trabajo y su presencia en Hollywood. “Nunca pasó por mi cabeza la idea de que este proyecto fuese rentable para mí. La idea era más bien la contraria”, afirma. Su aportación anual, para las actividades teatrales, hubiera sido de 250.000 euros del total de tres millones por temporada pensados para las artes escénicas, recabados a través de patrocinadores.
Su intención no era sólo contar con nombres de relevancia internacional, sino que “trataríamos de echar las redes” a instituciones como el Actor’s Studio o el Roundabout Theatre de Nueva York. “Hay mucho más, mucho más, pero desgraciadamente creo que no se dan las condiciones para ello”, afirma Banderas. Su equipo pretendía “competir y ganar” en igualdad de condiciones con los otros rivales interesados en la concesión, pero ha reflexionado “sobre si realmente valía la pena arriesgar tanto, enfangarse tanto, y exponerse tanto”. La conclusión ha sido que no.
Lo explica: “Los coros de voces que comenzaron a alzarse contra nuestro proyecto, dentro y fuera de los ambientes políticos locales, que además no se detenían en la crítica al mismo, sino que se extendía a la sorna, el cachondeo y, por qué no decirlo, la mala leche”. Banderas afirma que seguirá buscando cómo integrarse en la vida cultural de Málaga y que lo hará “desde el ámbito absolutamente privado”. Tiene en la cabeza buscar “un lugar mejor” para su “desafío”, un rincón, añade el dolido actor, “en el que no huela a corralón y podamos construir algo interesante”.
¿Este artículo se refiere sólo a un caso aislado? Desgraciadamente, no. Hay mucho griterío, mucho postureo, mucha hormona incontrolada. Faltan ganas de convivir, respeto por las iniciativas y fineza. Y empieza a descontar el reloj, si es que queremos tener una sociedad culta y civilizada.
2 comentarios