Nos lo estamos ganando

Pocos artistas se han involucrado en la denuncia o en la búsqueda de soluciones frente a la denominada “crisis de los refugiados” en Europa. Por el lado de las artes plásticas, Bansky y Ai WeiWei han realizado algunas acciones (que han sido rápidamente criticadas por los guardianes del status quo). Y del lado de los músicos, me viene a la memoria el gesto valiente (los gestos valientes y solidarios) de la Sra. Marta Istomin, Presidenta de la Fundación Pau Casals, y del maestro Jordi Savall, tanto en aquel  no-lugar que se conoce como la ‘jungla de Calais’ como en los conciertos que va dando (como el de música en tiempo de Cervantes que ofreció en las Reales Atarazanas de Barcelona el pasado 22 de abril).

El resto, como tantos y tantos ciudadanos por otra parte, tienen tanto trabajo en reflexionar sobre sus obras y/o exposiciones, o a sobrevivir en esta sociedad hostil hacia los no-mediáticos, que el silencio resulta estridente. Tal vez el tancredismo, que tanto se critica de algunos políticos, se ha extendido como una mancha de aceite, o tal vez porque nuestras opiniones, públicas y publicadas, consideran que es mejor no hablar de algo que cae lejos o que no sabemos ni queremos resolver.

Y mientras…[mientras el huevo de la serpiente continua incubando en Europa (Austria, Francia, Dinamarca, Hungría,…), mientras tenemos unas instituciones europeas con características simiescas (que ni ven ni escuchan ni hablan), y mientras se dice proteger a unas sociedades envejecidas, miedosas y decadentes]…los aspirantes a refugiados van muriendo en el Mediterráneo o los recibimos con alambradas, gases lacrimógenos, agresividad y desprecio.

Si Europa ha llegado hasta aquí y ha jugado el último siglo un papel en el mundo, es porque se la ha identificado con la democracia, el respeto de los Derechos Humanos y la acogida a los que huían de guerras y conflictos. Levantar muros contra la desesperación, como estamos haciendo, nos sitúa a los pies de los caballos de cara al futuro.

Todo el menosprecio y agresividad que aplicamos a niños y a familias sin techo ni presente, se nos acabará girando en contra. Todas las alambradas y danzas turcas que orquestemos ahora nos rebotarán en la cara como un bumerang. Todas las casas de asilo quemadas y toda el hambre y sed que les hacemos pasar, serán un día un espejo en el que no nos gustará vernos reflejados.

Probablemente,

  • en nuestros estados del bienestar, que o no han llegado o nos han adocenado, hay gente que tiene miedo a perder lo poco que tiene,
  • en nuestros sistemas de pensiones frágiles y fragilizados, hay muchas personas mayores que sufren por el presente y por el futuro,
  • en unas sociedades que viven instaladas bajo el doble juego combinado del miedo al futuro y al oreo, y que reciben constantemente mensajes negativos por parte de políticos chantajistas,
  • en un momento en que se confunde, voluntariamente, la condición de refugiado de la de inmigrante, y en que encargamos a terceros que se ocupen del problema, recurriendo a la fuerza si conviene, y
  • en un tiempo en que todos encontramos excusas para no aceptar a los que vienen porque las mafias ya se han entrometido (unas mafias que nosotros hemos dejado crecer con nuestra inoperancia o consentimiento)…

el miedo a lo desconocido, al extranjero, al diferente, al posible competidor de nuestro bienestar, nos atenaza. Y no reaccionamos, o lo hacemos mal, utilizando unos criterios que no sólo no son humanitarios, sino que tampoco son inteligentes.

Todas las negativas de hoy se nos acabarán girando en contra. Todo el dolor y daño que causamos, nos explotará en las manos. Todo el sufrimiento y acuerdos inconfesables que les infligimos hoy, nos dolerán mañana.

Deberíamos comportarnos de otra manera por humanidad, por respeto a nosotros mismos, por respeto a nuestro pasado y a nuestro futuro, y para continuar jugando un papel de defensa de la libertad en el mundo. Pero si no lo hacemos por todo ello, que sería lo normal, hagámoslo cuando menos por inteligencia, emocional y práctica. Si no, aquello que nos pueda pasar el día de mañana, nos lo habremos ganado. Y no servirá de nada quejarse. Aún estamos a tiempo de enderezarnos pero el reloj avanza y hace tic-tac.

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