Nuevas perspectivas en el patrocinio cultural

La crisis que estamos padeciendo desde hace seis años está transformándose de coyuntural en estructural. Nuestros niveles de renta y gasto van a tener que adecuarse a la situación que teníamos a finales del siglo pasado. Los recortes del sector público, constreñido a tener que pagar más gastos financieros y a limitar las reducciones de gasto en sectores más sensibles, como la salud o la educación, se han cebado en los presupuestos de cultura. En el periodo 2006-2012 el gasto real por habitante en cultura de la Generalitat ha caído casi un 15%, frente a un 8% del conjunto de gastos no financieros. Los dos últimos años han sido especialmente duros, un 25% de reducción en términos reales.

Simultáneamente, la cultura está experimentando cambios importantes como la extraordinaria penetración de las nuevas tecnologías y los problemas derivados de ella: los derechos de autor, las ventajas de detectar tendencias, de acceder a la creación cultural de manera rápida y barata, o una creciente globalización y cosmopolitismo con la colonización del idioma inglés por estandarte.

¿Puede ayudar el sector cultural a salir de la crisis? En su favor juega el posible cambio de prioridades del gasto de las familias por la propia crisis al reducir inversiones más costosas (vivienda, coche, etcétera); también que los ahorros familiares y empresariales han dejado de buscar el sector inmobiliario y se pueden redirigir a sectores de futuro (el consumo cultural se incrementa con la renta per cápita). Y un euro invertido en cultura genera más y mejores puestos de trabajo que en otros sectores. Las artes escénicas, de mayor proximidad espectador-artista, han soportado mejor la crisis que algunas de las distribuidas mediante soporte.

En contra, no se entiende la subida del IVA, que enlazando con el argumento anterior supone un impuesto adicional al trabajo. Además, la caída de las subvenciones públicas dispara un multiplicador negativo que puede generar desahorro y no ahorro público. Y la crisis de las cajas de ahorro se ha llevado por delante sus obras sociales y culturales.

Sector público y privado deben colaborar de manera distinta. El sector público puede aportar sin tener que sacar más fondos de donde ya no hay, poniendo a disposición de los emprendedores privados todas sus infraestructuras, de manera transparente y competitiva. Puede identificar y priorizar iniciativas de colaboración público-privada y facilitar un mejor ecosistema para el acceso a nuevas formas de financiación privadas o a fondos europeos. Puede coordinar al sector cultural con otros programas de gasto público como el educativo, los medios de comunicación públicos, el turismo o la promoción exterior de las empresas. Puede aportar conocimiento y experiencia a los
patrocinadores privados sobre los procedimientos de subvención. Y debe focalizar su apoyo hacia las expresiones culturales que el mercado no puede rentabilizar. Debe ser más eficiente, eliminando duplicidades que generen costes de gestión superfluos. Y puede, por fin, tener una nueva ley de mecenazgo que atraiga más fondos a este tipo de actividades.

¿Cambiará el mayor peso del patrocinio privado el tipo de actividades culturales que se llevarán a cabo? Es posible que el acceso a la financiación privada sea cada vez más democrático, mediante el microfunding y el crowdfunding, facilitando a la vez que llegar a la cultura sea más asequible. Patrocinio privado y público tienen en común el concepto de altruismo y por tanto no debería haber muchas diferencias cualitativas en el tipo de actividades, más allá de que el sector público dispone de capacidad normativa para defender la excepción cultural. Pero ambos deben dejar al mercado lo que el mercado puede rentabilizar y centrarse en aquellos sectores más minoritarios o de difícil monetización y garantizar la diversidad y pluralidad de la oferta cultural, así como la equidad en el acceso social y geográfico a la misma.

Los intereses de los patrocinadores privados empresariales pueden estar sesgados hacia acciones más proclives a una recuperación de la inversión en términos de reputación, visibilidad pública o como herramienta de segmentación de mercados. Entonces, al sector público le corresponde ejercer una monitorización del conjunto de actividades culturales para detectar aquellas áreas que quedan más desvalidas del apoyo privado e incentivar los flujos privados o co-invertir hacia ellas.

Un área de trabajo sería identificar aquellos sectores económicos que se benefician privadamente de una mayor actividad cultural del país, como el sector turístico (les trae clientela fuera de temporada y de mayor poder adquisitivo), y hacerles reflexionar sobre la importancia de que den un mayor apoyo a la cultura. Podría ser una inversión más rentable que subvencionar líneas aéreas low cost que nos traen turismo de otro tipo.

Etiquetas: Cultura, recortes

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