Pissarro, grabador

Pissarro, grabador

Camille Pissarro, fue un pintor impresionista francés, aunque algunos consideren que fue el menos espectacular de los impresionistas porque fue un pintor más tonal que colorista. Pero, a pesar de todo, se le continúa considerando como el decano del impresionismo, porque jugó un papel significativo como conciencia moral y guía artístico de este movimiento. De hecho fue, conjuntamente con Berthe Morisot, el único artista que participó en las ocho ediciones de las exposiciones del grupo, entre 1874 y 1886.

Pissarro también se apasionó por los grabados, que fueron para él un campo de experimentación durante toda su carrera artística. Su estilo es peculiar porque combinó todas las técnicas (aguafuerte, punta seca, litografía, etc.) de manera intuitiva y porque él mismo hizo los tirajes, o bien supervisó su realización.

Se calcula que realizó 230 composiciones: unos 130 aguafuertes, cerca de 70 litografías y una trentena de monotipos.

Otra característica a destacar es que fue conservando diferentes estados de un mismo grabado, a los que consideraba en cada caso como obras singulares, a pesar de que muchos fueran el resultado de accidentes o de dudas.

Pissarro se introdujo en el mundo del grabado hacia los años 1860, trabajando el aguafuerte, y se perfeccionó en esta técnica en 1873, gracias al doctor Gachet que poseía una prensa en su casa de Auvers-sur-Oise, donde el pintor coincidió con Paul Cézanne y Armand Guillaumin, y donde Vincent Van Gogh pasó un tiempo en 1890.

A partir de 1879, Pissarro colaboró con Edgar Degas quien le inició en nuevas técnicas como el monotipo. De hecho, Degas fue propietario de diversas estampas de Pissarro, como atestigua el sello estampado en algunas de ellas.

También realizó algunas xilografías, afición y trabajo que compartió con su hijo Lucien.

Las estampas de Pissarro han vuelto a la actualidad porque hay ahora mismo 42 expuestas (hasta el 26 de mayo) en el Van Gogh Museum de Ámsterdam, y porque este Museo ha comprado 91, procedentes de la colección de Samuel Josefowitz.

Los grandes museos cuentan en sus fondos, adquieren y exponen obras de grandes maestros. Y entre estas obras, los museos consideran como también definitorios de estilos y  trayectorias a los grabados.

Los museos que no son grandes, o que aun no lo son, no tienen en consideración a esta expresión plástica, o no la tienen bien catalogada, o no la exhiben. Es un comportamiento de ‘parvenu’, como se dice muy gráficamente en francés.

Cada Museo hace y tiene lo que puede, y cada cual decide qué quiere ser. Algunos, tal vez, a fuerza de querer aparentar que son grandes, no tienen en cuenta la sensibilidad y el lenguaje de los grabados. Pero, “small is beautiful”. Aquí y en Ámsterdam.

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