¡Pobre Botticelli!

Para un número, a mi entender, significativo de visitantes, e incluso de guías de visita, existe en el Museo del Louvre una especie de ‘Triángulo de las Bermudas’ -formado por la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo y la Gioconda-, que oculta el resto del Museo. Tres piezas que hay que ver a toda prisa, porque en una hora hay que estar ya haciendo otra visita…

En este tornado de la visita rápida, incluidas las tres obras maestras citadas, hay que ir deprisa de la Victoria de Samotracia a la Gioconda. Se debe avanzar por el Salón Cuadrado y la Gran Galería y, ¡hop!, uno se encuentra de frente a la Gioconda y a la espalda las «Bodas de Caná» del Veronese, un cuadro que presenta el defecto de que tiene una dimensión demasiado grande para algunos aparatos numéricos…

Entre la gran escalinata que conduce a la Victoria de Samotracia y el Salón Cuadrado, hay dos salas que la mayoría de visitantes atraviesan a la carrera, y en las que pueden contemplarse unas pinturas murales, realizadas al fresco por pintores florentinos y lombardos de los siglos XV y XVI, que fueron solicitados en su día para decorar casas aristocráticas y edificios religiosos.

La primera Sala del Departamento de Pinturas Italianas, denominada Percier y Fontaine, alberga dos magníficos frescos de Botticelli: «Venus y las tres gracias ofreciendo presentes a una joven» y «Un joven presentado por Venus a las siete artes liberales», ambos realizados entre 1483 y 1485, y descubiertos el 1873 en el primer piso de la Villa Lumni, una propiedad de los alrededores de Florencia que había pertenecido entre 1469 y 1541 a la familia Tornabuoni, una familia aliada de los Medicis. Tal vez, Botticelli recibió este encargo de decoración con motivo de la boda de un miembro de esta influyente dinastía florentina.

En la segunda sala, que lleva el nombre de Sala Duchâtel, podemos admirar un fresco de Fra Angelico y dos frescos de Bernardino Luini. El fresco de Fra Angelico, «El Calvario», data de hacia 1440-1445, y los dos frescos de Luini, «La Adoración de los magos» y «La natividad y el anuncio a los pastores», datan de entre 1520 y 1525. El Calvario de Fra Angelico ornaba antiguamente uno de los muros del refectorio del Convenio de San Domenico en Fiesole. Los dos frescos de Luini fueron pintados para un oratorio en Greco Milanese, cerca de Milán.

Estas maravillas, cumbres del espíritu y del arte, están probablemente situadas en un mal lugar para los ‘maratonianos’ de los museos, los ‘coleccionistas’ de visitas, o los ‘contadores’ de viajes…El Louvre recibió más de 8,8 millones de visitantes en 2011: ¿cuántos de ellos se pararon a contemplar estos frescos? El turismo cultural me parece una muy buena cosa, pero un poco más de calma y de serenidad para poder aprovechar mejor las visitas serían deseables. De todos modos, os recomiendo vivamente que contempléis estos frescos con ocasión de vuestra próxima visita al Louvre.

Etiquetas: Botticelli, Louvre, París

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