Un Gobierno contra el Arte

Un Gobierno contra el Arte

El Gobierno español, presidido por Mariano Rajoy, registrador de la propiedad y controlador de silencios y tiempos, y con mentes tan preclaras como las de los Sres. Montoro y Wert (una especie de hermanos malasombra) o como la milagrera Fátima Bañez, es un gobierno que actúa de forma sistemática contra el arte, como si pusieran un énfasis y un empecinamiento particular en ello. Veamos hoy el ejemplo de cómo maltratan a las galerías de arte y a su proyección exterior, lo que no deja de ser una manera retorcida de actuar contra todo el sector artístico.

Podríamos comenzar afirmando con Alberto de Juan, Presidente del Consorcio de galerías españolas de arte contemporáneo, que “el que no esté ilusionado tiene por delante un año muy crudo”. Claro que Alberto de Juan es alguien que acostumbra a ser optimista en sus perspectivas. Sin embargo, las tormentas no las trae únicamente el ministro Montoro, en forma de falsa reforma del IVA, para muestra sólo hay que fijarse en las nuevas cuentas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para el fomento del arte contemporáneo español (2014): un recorte del 41% respecto del año anterior.

La Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de archivos y Bibliotecas, supuestamente administrada por Jesús Prieto, anuncia que las ayudas a las galerías de arte, “para la asistencia a ferias en el exterior, con el objetivo de fomentar la creación, la difusión de las artes visuales contemporáneas, así como el desarrollo de un contexto más dinámico e innovador”, es de 101.000 euros (sí, sí, amable lector, ha leído bien, lo que puesto en perspectiva, representa menos del 10% de lo destinado en 2011, ¡alucinante!) a repartir entre 37 galerías. Las que más reciben son la Galería Elvira González y la Polígrafa, exactamente 3.354 euros para trasladarse a Art Basel. Las que menos recibirán 2.360 euros.

Esta ayuda supone entre el 5% y el 8% del gasto que supone el traslado a una feria de arte internacional. Es bajísimo”, explica De Juan. “Los galeristas nos encargamos de hacer promoción de la cultura y de la imagen de España en el extranjero y recorremos los lugares más importantes del coleccionismo del arte contemporáneo del mundo”, justifica el Presidente del Consorcio (ver El Confidencial, del 10 de septiembre de 2014).

Al revisar el apoyo que ha mantenido el Ministerio en la promoción del arte desde 2010, el recorte es todavía más llamativo. En 2013 se destinaron 171.000 euros, para facilitar la participación de 60 galerías en ferias en el extranjero. En 2012 la cifra ascendía a 900.000 euros para la misma actividad. El año anterior se tocó el techo con 1.225.000 euros. En 2010 fueron 860.000 euros.

Los galeristas explican que este retroceso en los incentivos a exportar arte al extranjero supone un aislamiento de la industria y de las prácticas artísticas. Alberto de Juan cuenta que su galería, Max Estrella, vende en el extranjero, aproximadamente, dos tercios del total. “Pero hay galerías que ya venden el 90% fuera, porque el coleccionismo español ha disminuido. No es una cuestión de impuestos, sino de búsqueda de clientes”, añade.

Es la principal reivindicación: que toda ayuda que tenga el Ministerio se invierta en el fomento a la difusión del arte contemporáneo en el extranjero desde las galerías. De Juan asegura que en las reuniones mantenidas con la Secretaría de Estado de Cultura se había advertido que era esencial el mantenimiento de estas ayudas. La respuesta ha sido el recorte.
Álex Nogueras, vicepresidente del Consorcio y galerista de Nogueras Blanchard, hace números: “Son ayudas muy pobres y las ferias son cada vez más caras. En Frieze Nueva York, el stand pequeño cuesta 25.000 euros. A ello tienes que sumarle los seguros, el transporte de obra y los billetes”. De hecho, recibirá 2.609 euros en ayudas para mover a sus artistas a EEUU.

El mayor peligro que ven los galeristas es que el arte español se convierta en un arte de autoconsumo, que no se mezcle ni comparta experiencias más allá del perímetro peninsular. Además, ello comporta que se rebajen las expectativas y que se acuda al plan B, es decir, a participar en ferias marginales. Podrá justificarse que estamos hablando de negocios privados, ¿pero no lo son también los del Ibex35 o los de los bancos y se ha sido y se es extremadamente receptivo con ellos? Tal vez me haya quedado corto con el título de este artículo…

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