
Recientemente ha tenido un cierto impacto en la prensa la presentación de un estudio publicado por la Fundación Nebrija, con el apoyo de la editorial de la Universidad de Granada, y que lleva por título “La actividad económica de los/las artistas en España”. Son autores de este estudio Marta Pérez Ibáñez, profesora de la Universidad Antonio de Nebrija, e Isidro López-Aparicio, profesor de la Universidad de Granada.
El estudio de campo se ha hecho vía encuesta a más de 1.100 artistas del conjunto del territorio español, y tal vez el titular más llamativo sea constatar que el 46,9% de los artistas españoles ingresa menos de 8.000 euros al año por su trabajo, cifra que no llega ni tan siquiera al salario mínimo interprofesional (SMI) en España, que ya es de por sí bajo.
Por encima de estos artistas que no llegan ni al nivel de ingresos que supone la percepción del SMI, el 13,4% de los encuestados tienen unos ingresos anuales que oscilan entre 8.000 y 10.000 euros (umbral de la pobreza); el 18,4% ingresan entre 10.000 y 20.000 euros; un 12,1% se mueve en la banda entre 20.000 y 30.000 euros; un 5,3% perciben entre 30.000 y 40.000 euros; un 2,4%, entre 40.000 y 50.000 euros; un 0,8%, entre 50.000 y 60.000 euros; y el 0,6% restante percibe más de 60.000 euros (ricos, según algunas terminologías anticapitalistas,…). Resulta obvio señalar que esta pirámide de ingresos que se da en el medio artístico no guarda relación con la pirámide global de distribución por ingresos en España.
Además, conviene también indicar que estos bajos ingresos corresponden a personas que tienen una especialización, que son jóvenes (el 47% de los encuestados son menores de 40 años) y que presentan una movilidad cierta (el 39% han realizado estudios en el extranjero). Realmente un desfase aptitud-actitud-realidad económica ciertamente llamativo.
La movilidad hace que los que viven fuera de las fronteras españolas no lo pasen tan mal. Entre los artistas afincados en el extranjero, el porcentaje con ingresos inferiores a 8.000 euros anuales baja al 37,3% (casi 10 puntos menos respecto de los que viven y trabajan en España), mientras que el porcentaje de artistas con ingresos superiores a 50.000 euros sube al 6,8% (contra el 1,4% de los que viven dentro de las fronteras). Por eso, los artistas españoles emigran a otros países: porque el rendimiento de su trabajo, desde el punto de vista económico, es más alto.
Estos bajos ingresos se corresponden con el fraccionamiento cuantitativo de la demanda: el precio de las obras de arte vendidas es de menos de 100 euros en el 8% de las ventas; oscila entre 100 y 500 euros, en el 41% de las transacciones; las ventas de obras entre 500 y 1.000 euros representan el 20%; otro 20% corresponde a ventas de obras situadas entre los 1.000 y 5.000 euros; y sólo un 1,4% se venden por encima de los 5.000 euros.
Otro dato interesante es que el 81,4% de los encuestados declara mantenerse al margen de las entidades de derechos de gestión (sabia e inteligente decisión por su parte contra el vasallaje de la actividad artística), y ellos mismos gestionan la protección de sus derechos de propiedad intelectual.
Y otro dato: tienen tendencia a agruparse. Efectivamente, el 70% participa o ha participado en la constitución o actividad de un colectivo artístico. No son, pues, tan solitarios como a veces parece…Además, el 64% de los artistas, con una facturación media superior a 1.000 euros por obra, mantienen una relación estable con alguna galería. Pero en el conjunto de los artistas encuestados, sólo el 32% declara mantener relaciones estables con galerías.
En definitiva, el 74% declaran que no pueden subsistir económicamente sólo con su actividad artística, de hecho sólo el 15% afirma que puede vivir del arte. El resto, lo complementan con actividades docentes, otros trabajos, subvenciones, comisariados, apoyo familiar, etc.
El problema del artista español es la falta de coleccionistas que apuesten por la inversión en el arte, en especial de las clases medias ilustradas y urbanas que son las que sostenían en buena parte el entramado del mercado del arte. Ante esta situación, son los propios artistas, con su actividad y con sus aportaciones económicas indirectas, los que, de hecho, se constituyen en los mayores mecenas de la actividad artística en España.
¿Ayudará a paliar o a resolver esta situación la tramitación del denominado Estatuto del artista en el Congreso de los Diputados? Permítanme que lo dude, aunque sea un paso en la buena dirección. Los artistas sobretodo necesitan coleccionistas. Y para que éstos vivan y actúen necesitan seguridad jurídica, estímulos fiscales, incentivos para conocer a los artistas y sus obras, aproximación activa y consideración social. Ninguno de estos principios se da hoy en España en el mundo del mercado del arte. ¡Y así nos va a todos!
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