El autor de este grabado, Rembrandt van Rijn, es considerado por la historia del arte uno de los maestros más importantes del Barroco. Fue un pintor y grabador holandés, y según los historiadores, su aportación al arte coincide con la edad de oro holandesa.
En cuanto a la técnica del grabado, dominaba el uso del buril, y el valor fundamental de su obra gráfica fue la libertad técnica con la que la llevó a cabo. Rembrandt s’impicava personalmente en todo el proceso de estampación. El inicio de su obra destacó por un estilo basado en el dibujo pero raidament comenzó a desarrollar una estética más cercana a la de su pintura, combinando masas de líneas y mordidas de ácido sucesivas, para llegar a obtener diferentes niveles de profundidad.
A nivel estilístico, esta obra se sitúa en la época de su madurez, que se inicia aproximadamente en la década de 1640. Vemos cómo trabaja con una gran libertad. Esta obra es un claro ejemplo. Vemos como combina a menudo partes de la superficie vacías que pueden estar sugiriendo un espacio, mientras que otras partes están constituidas por una trama compleja de líneas que articulan un volumen de las formas en la penumbra.
A nivel temático, sus grabados representan temas similares a los de sus pinturas, aunque mostraba cierta predilección por los autorretratos, en total se conservan 27. Una tercera parte de sus grabados tratan temas religiosos, que van desde lo más simple a lo más monumental.
Este grabado en concreto Abraham acariciando a Isaac, es un claro ejemplo de estos grabados donde se representa un tema religioso desde la sencillez, ya que, a primera vista no parece otra cosa que la representación de un padre mimando el su hijo. Vemos en esta producción un elemento muy característico de la obra de Rembrandt, sobre todo en el tratamiento de los temas religiosos, y es la manera que tiene de interpretar los pasajes bíblicos, con una gran profundidad emocional y el cuidado de los detalles.
Vemos pues estos dos personajes bíblicos del Génesis. Abraham padre de Isaac, a quien Dios le pidió que le ofreciera a su hijo en sacrificio y que, por obedecer la palabra de Dios, estuvo a punto de matar a su propio hijo.
Abraham acariciando Isaac es una obra que transmite dolor, a la vez que ternura, ya que en los ojos de Abraham, que miran directamente al espectador, se prevé la prueba de fe que le pide a Dios. Su mirada es una curiosa mezcla de ternura y tristeza paradójica. Vemos el increíble trabajo de Rembrandt, que, a través de unas líneas delicadas representa la tensión del viejo patriarca mientras acarissia pelo rizado de su hijo Isaac.
Viéndolo, sabemos por qué nos mira más que a su querido hijo. Sabemos cómo Dios lo pondrá a prueba en los próximos años. Dios ya había puesto a prueba a Abraham con la promesa de un hijo que heredaría el pacto sagrado con Dios. Abraham había sido paciente y finalmente fue recompensado con su hijo en su vejez. Y sin embargo, Abraham sabía que la prueba no había terminado.
Rembrandt representa a padre e hijo sentados junto a un ramo de flores, algunas de las cuales parecen ser lirios. En combinación con una manzana que lleva en la mano Isaac. Es evidente que el artista saca partido de los símbolos propiamente cristianos. La manzana representa la Caída de Adán y la salvación de Jesús, mientras que el lirio es símbolo de resurrección, y de esta manera vincula Isaac con Jesús. Esta forma de tipología no es infrecuente en el arte barroco que une el Cordero de Dios con el sacrificio de Isaac. Sin embargo, la visión narrativa de Rembrandt es muy fuerte y relevante, más allá de este contexto teológico.
Autor: Harmenszoon Van Rijn Rembrandt
Título: Abraham e Isaac
Época: Siglo XVII
Datación: 1645
Estilo: Barroco
Técnica: Aguafuerte
Dimensiones: 12 x 9,5 cm
Número de serie: s/n
Número de registro: GE-217
Harmenszoon Van Rijn Rembrandt nació en Leiden, el 15 de julio de 1606 y murió en Ámsterdam, el 4 de octubre de 1669. Fue un pintor y grabador holandés. La historia del arte le considera uno de los mayores maestros barrocos de la pintura y el grabado, siendo con seguridad el artista más importante de la historia de Holanda. Su aportación a la pintura coincide con lo que los historiadores han dado en llamar la edad de oro holandesa, el considerado momento álgido de su cultura, ciencia, comercio, poderío e influencia política.
Habiendo alcanzado el éxito en la juventud, sus últimos años estuvieron marcados por la tragedia personal y la ruina económica. Sus dibujos y pinturas fueron siempre muy populares, gozando también de gran predicamento entre los artistas, y durante veinte años se convirtió en el maestro de prácticamente todos los pintores holandeses. Entre los mayores logros creativos de Rembrandt están los magistrales retratos que realizó para sus contemporáneos, sus autorretratos y sus ilustraciones de escenas bíblicas. En sus autorretratos, especialmente, encontramos siempre la mirada humilde y sincera de un...
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